En aquel histórico edificio donde estudiamos y pronto será demolido, disfrutábamos y nos ayudábamos, veníamos de la ciudad, caseríos, la playa, barrios, y los campos. Siempre contentos de poder reunirnos debajo de un palo, prepararnos para el destino al que hemos llegado, éramos roqueros, cocolos, estofones, de general, comercio, mercadeo, y cristianos, nuestra orientación jamás vino al caso en el fondo éramos azules y rojos igual que nuestra bandera, que siempre bendita en fin estábamos en plena preparación para convertirnos en Hostosianos. Nunca olvidamos los pasillos, las glorietas, momentos románticos en las tardes, las griterías, y los relajos, los juegos del mediodía, bajo un sol candente, los juegos de mano,las bandejas, plátanos dulce en almíbar, el arroz y habichuela y bacalao guisao. Maldita sea el timbre ese siempre yo decía...meterme en un salón que cruz la mía, quiero seguir por ahí pa'bajo. Mi consolación siempre fue ir al salón de Malavé allí si se aprendía, Malavé siempre tan elegante, no me acuerdo si aprendí más de sus consejos o de ecología. Mientras pasaban los días, solo se pensaba en Fuga Fuga Fuga y con quien me iría. Todo un vacilón...inocente...una risa...un atrevimiento...bautizado con mar y sol, bendito sea el que no llegó, el que se lo perdió, pero yo no...la vida linda por eso digo soy Hostosiano. Hostos siempre actúo con la mejor disposición y moralidad social, eh a diache del mundo fue un gran ciudadano. Tuvimos el privilegio de estudiar allí, sin darnos cuenta que nos convertiríamos Hostosianos, portavoces de un lagado social y soberano, tal vez no teníamos la visión de hoy, pero sí la preparación para continuar el mensaje de nuestro ilustre Eugenio María de Hostos. Su amor por la verdad, apasionado por la justicia, y su labor por el derecho humano me hace sentirme orgulloso de ser Hostosiano. 25 años después nos vemos las caras, compartimos, seguimos el vacilón, y nos encaminamos en rumbo a nuestro destino como un buen Hostosiano.